A veces tendemos a pensar que los entrenadores son más determinantes de lo que realmente son. Tanto para bien como para mal. Y ahora que no está Inzaghi, muchos pensarán que este era un equipo de autor (lo era) y que fue él quien cogió a un vestuario quemado de Conte para hacerles competitivos en Europa (y lo fue). Pasar de caer eliminado dos años seguidos en grupos de la Champions a llegar a dos finales en cuatro años no es un cambio que se haga de la noche a la mañana.

Pero quien guía y organiza al equipo con sus pases es Çalhanoglu, no Inzaghi. Quien tiene la jerarquía en la defensa es Acerbi, no Inzaghi. Quien es tan capaz de cortar balones que huelen a gol como de dar pases largos al pie es Bastoni, no Inzaghi. Quien evitó dos golazos de Lamine en semifinales fue Sommer, no Inzaghi. Y los carrileros que han generado 32 goles entre ambos son Dumfries y Dimarco (tampoco le pidamos al pobre Inzaghi ser dos personas a la vez).

El equipo sigue siendo el mismo. Los once de Chivu en su debut serán los once que todo el mundo tiene en la cabeza. Y en este mercado han fichado con tino, aumentando el fondo de armario que tanto echó de menos Inzaghi. Luis Henrique es un perfil muy diferente a Arnautovic (fuera de la lista) y Taremi. Y Petar Sucic es otra opción más para el poblado centro del campo nerazzurri. Pocos les darán como aspirantes al título, pero pocos les veían eliminando al Bayern y al Barcelona. Respeto a estos jugadores.

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