Si lo juega el Madrid o si no lo juega el Barça
Deberíamos dejar de abordar asuntos como el de este Mundial de Clubes desde los intereses particulares porque nos jugamos la sostenibilidad del fútbol, que no es poca cosa...

Como podía esperarse, el Auckland City fue apabullado por el Bayern ayer en el encuentro de la primera jornada del Mundial de Clubes que enfrentó a ambos conjuntos. En los últimos días hemos leído y escuchado numerosos reportajes sobre la condición de futbolistas aficionados de los integrantes de la plantilla del club neozelandés: sus bajos sueldos, sus trabajos en otros ámbitos e incluso los permisos de vacaciones que han tenido que solicitar en sus empleos para poder disputar la nueva competición de la FIFA. Pero quizá resulta aún más llamativo que, siendo tan modesta la naturaleza de este equipo, gane de forma tan autoritaria la Champions de Oceanía año tras año. Para ser exactos: ha levantado el trofeo en once de las trece últimas ediciones. Quizá en algún momento habrá que revisar si fue una buena idea que Australia abandonara la Confederación de Oceanía para integrarse en la asiática. Desde luego, lo fue para los australianos, pero convirtió la competitividad y el interés mediático de los torneos de Oceanía en casi una nulidad.
Ahora, con el dinero que el Auckland City va a ingresar por su presencia en el Mundial de Clubes, la superioridad de los equipos de Nueva Zelanda con respecto al resto de competidores en su continente va a aumentar, pese a que la Federación Nacional ha decidido, según se publicó en el Süddeutsche Zeitung alemán, repartir el premio económico entre los distintos conjuntos del país para mantener el equilibrio en la liga local. La medida, que parece acertada, no evitará que el fútbol de Nueva Zelanda aumente su distancia con respecto a los de Papúa Nueva Guinea, Tahití, Fiyi o Nueva Caledonia, que suelen ser los países cuyos representantes acostumbran a llegar a las instancias finales de la Champions de Oceanía para acabar perdiendo ante el Auckland City.
Un debate como este aplicado al fútbol español en particular o al europeo en general se ha echado de menos en gran parte de nuestro periodismo, que ha parecido bendecir o criticar el Mundial de Clubes más en función de si lo disputaba el Real Madrid o de si no lo hacía el Barcelona. Deberíamos dejar de abordar estos asuntos desde los intereses particulares porque nos jugamos la sostenibilidad del fútbol, que no es poca cosa.
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