Siempre Luis Enrique


No es ninguna paradoja que el PSG menos glamuroso haya sido al fin campeón de Europa. Sin aditivos innecesarios, con un equipo bien pensado y magistralmente dirigido, abrazó en Múnich el éxito que tanto anhelaba ante un Inter que se tuvo que rendir a la evidencia. El principal culpable no es otro que Luis Enrique, al que alguno todavía tendrá la osadía de discutir vayan a saber por qué. Su obra resulta admirable desde todos los puntos de vista y la final de la Champions corroboró la trascendencia de lo que ha sido capaz de construir.
Ni la enjundia del escenario ni la condición de favorito confundió al PSG. Desde el inicio, fue lo que siempre ha sido. Solo regaló el balón en el saque de centro como es habitual. A partir de ahí, se mostró infinitamente superior jugando a lo que sabe con un control total de lo que sucedía. Su posesión, dirigida por un Vitinha antológico, tuvo la velocidad suficiente para hacer fácil lo que parecía muy difícil: desorganizar el entramado defensivo del Inter. El PSG lo logró porque todo el mundo se movía. Dembélé y Doué resultaron indetectables por dentro y por fuera, Fabián compensó al bloque con alturas diferentes y Kvaratskhelia y Achraf mordieron en el área de distinta forma.
Fue un recital de fútbol ofensivo en los ataques posicionales y en las transiciones, al que añadió una voluntad imperecedera en la presión alta para bloquear la salida de los de Inzaghi. Con 0-0 y 5-0. Ver el compromiso de Dembélé, en otro tiempo bajo sospecha por sus escaqueos defensivos, en la labor de apretar a Sommer remite al poder de convencimiento de Luis Enrique. Es cierto que el Inter no estuvo a la altura de lo que se esperaba. El equipo de Inzaghi se ha caído en este final de curso, con una flexibilidad en las vigilancias y errores irreconocibles en su libro de estilo como los de Dimarco en los dos primeros goles. Apenas Thuram mantuvo su estatus, del todo insuficiente para hacer frente a un PSG mayúsculo y fascinante. El baño de Múnich lo dice todo.
El PSG tendrá todo el dinero del mundo y será un club estado, o póngale ustedes la etiqueta que quieran, pero juega como los ángeles gracias al influjo de Luis Enrique. Ese entrenador con una personalidad incomparable, un visionario de los banquillos que hace que sus equipos tengan una identidad tan definida como maravillosa. Siempre Luis Enrique.
A la espalda de la zaga

Doué lanza un desmarque por detrás de la línea defensiva del Inter tras una recuperación alta del PSG y Vitinha conecta con él. El bloque de Inzaghi se resquebraja.
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