¡Sombrerazo a Fabrizio Romano!
Manolete era un hombre pegado a un teléfono de mesa, un tipo con una agenda que siempre llevaba consigo, destartalada, una especie de manuscrito de la Edad Media por su aturullada letra.


Manolete. En estas mismas líneas donde hoy uno escribe, en este espacio reservado que parece casi un sacrilegio ocupar ahora, leímos a un periodista imperial –como definía él las cosas bien hechas–, el mejor hablando de jugadores y de rumores, de nombres y más nombres. Los clubes bebían los vientos por nuevos fichajes como nosotros bebíamos los vientos por conocerlos de su boca. Si aquel intrépido periodista te preguntaba por laterales derechos disponibles en la Serie A, había que estar raudo para responder. Si necesitaba el apellido de un joven uruguayo de Peñarol en auge, la solución eras tú. Así aprendimos a ser Wikipedia y, al mismo tiempo, a ejercer un oficio en el que el maestro era precisamente esa persona que te trataba de maestro. En pleno intento por hacerle distinguir entre Burnley y Barnsley, o entre Blackburn y Blackpool, aún tenía tiempo para preguntarte qué tal tu familia o para elogiarte por un artículo de los cuales él había escrito cientos similares al tuyo.
Un adelantado. Era un hombre pegado a un teléfono de mesa, un tipo con una agenda que siempre llevaba consigo, destartalada, una especie de manuscrito de la Edad Media por su aturullada letra. Aquel personaje fue, sin saberlo, el pionero de un sinfín de periodistas especializados en el mercado de fichajes que hoy abundan en nuestros móviles y en nuestras redes sociales, algunos de ellos estrellas absoluticcwin247.como Fabrizio Romano, Gastón Edul, David Ornstein o Matteo Moretto. Hace 30 años que aquel caballero bonachón y abrazable no daba un duro por lo de Suker y el Inter, bacalá de las gordas, que explicaba cómo las eminencias del United tenían el lazo echado sobre Julen Guerrero o que en su sección final en El Larguero recomendaba a los grandes clubes de España el fichaje del punta bosnio del Wolfsburgo, el mismo punta, precisamente, del que le habías dado buena cuenta horas antes en la redacción de AS. Ese señor era lo que tú quisieras que fuese: un jefe, una referencia, un compañero, un becario o un mandao, como él decía. Era un hombro en el que apoyarse, en realidad. Era de todos.
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Hoy descubrimos a.... Dastan Satpaev (2008). Bucear en las rondas previas europeas permite descubrir a talentos como este chico de 16 años, kazajo, que marcó de penalti en el minuto 90 el tanto de la victoria del Kairat ante el Slovan de Bratislava en la Champions. Mucha personalidad y clase. Como hubiera dicho el gran Manolete ante un hallazgo así para su sección: “¡Sombrerazo!”. DEP.
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