Opinión

Superliga sí, Superliga también

¿Se puede crear un mercado paralelo y lucrativo al que instauró Infantino? ¿Es posible recaudar cantidades millonarias parecidas a las del Mundial?

U.S. President Donald Trump holds the golden ball trophy as Chelsea's Cole Palmer greets FIFA president Gianni Infantino after Chelsea won against Paris St Germain in the FIFA Club World Cup final, at the MetLife Stadium in East Rutherford, New Jersey, U.S., July 13, 2025. REUTERS/Kevin Lamarque/Pool
Kevin Lamarque
Aritz Gabilondo
Aritz Gabilondo (San Sebastián, 1980) es redactor jefe de fútbol internacional de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, empezó su carrera en El País y desde 2002 trabaja en AS. Ha cubierto Mundiales, Eurocopas y Juegos Olímpicos para este diario. Es comentarista de fútbol internacional en Cadena Ser, Movistar+ y Mediaset.
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Giras. El Barça va y viene a Japón por un puñado de millones de euros, escándalo si, escándalo también, se pague o no lo que se diga, se recolecte o no lo que se recolecte. La gira de pretemporada de los culés ha estado pendiendo de un hilo hasta el último segundo, a pesar de que el caché por partido es mucho menor de lo que el Mundial de Clubes dejó en las arcas de sus participantes. No estaban los culés entre ellos, he ahí el quid de la cuestión. Ese es, en realidad, el gran problema de aquellos equipos que no disputaron el Mundial y que, en el mismo verano, pretenden sacar un dinero que casi no queda para aquellos que no estuvieron en el festival millonario de FIFA.

Bolsa. ¿Se puede crear un mercado paralelo y lucrativo al que instauró Infantino? ¿Es posible recaudar cantidades millonarias parecidas a las del Mundial? Muy difícil. De ahí que el Madrid o los demás grandes participantes en la cita mundialista hayan asumido de buena gana lo repartido en EE UU. No hay tanto dinero restante como para repartir entre los demás. El campeón de LaLiga no atrae tanto por sí solo como en bloque por el torneo FIFA.

Tercero. Los clubes poderosos piden un Mundial cada dos años o uno en el que se modifiquen los criterios de clasificación (ampliar el límite por país o crear unos playoffs con los que jugarse el pase a una sola carta) porque saben que se reparte una millonada incomparable a cualquier otro verano. Aquí no hay problema en que un tercero negocie los ‘dineros’: a diferencia de lo que ocurre con UEFA, nadie ve con malos ojos que la FIFA intermedie con Arabia Saudí o con quien quiera que se precie si esos contratos resultan incomparables: 105 millones para el Chelsea por ganar el Mundial o 75 millones para el Madrid por jugar seis de siete partidos del torneo.

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Análisis. No hay nada igual si se trata de organizar partidos por cuenta de cada uno, sea en USA, en Asia, en un momento del verano o en otro, en una esquina del planeta o en la contraria. El fútbol es esto: alinearte a lo que dicta FIFA o buscarte la vida por fuera. Es la Superliga que no es la Superliga. El negocio por fuera del negocio. Los millones al margen de los millones. El problema es que la normativa, véase la del parlamento británico, niega la Superliga y da vía libre a la de la FIFA, que ofrece lo mismo con menos discusiones y menos quebraderos de cabeza. A Chelsea y City les parece mal un torneo paralelo a las ligas, pero les parece bien uno similar cada dos años y en años impares. Quizá sea esto la Superliga: cambiar el paso y también el nombre. Llamar a las cosas por otro nombre. Rodear a la realidad con un enfoque diferente. Engañar.

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