Opinión

Tormentas de verano en Can Barça

Ahora que hay cambios estructurales en el departamento de comunicación, vienen semanas en las que el discurso tomará importancia.

Laporta y el anuncio de la vuelta del Barça al Spotify Camp Nou en agosto.
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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Golpe. Definitivamente, la suerte no le ha pillado trabajando a Laporta este verano. El fracaso de la celebrada vuelta a casa del Barça el 10 de agosto es el de los que suena tanto como los tambores de la campaña en la que se desvelaba el regreso al Camp Nou, y en la que aparecía su presidente en primera persona delante de los altavoces. Todos los anuncios del regreso al Spotify se han ido golpeando tozudamente con la realidad. Primero, el de noviembre de 2024, que coincidía con los fastos del 125 aniversario. Y luego, el del Clásico de mayo y las semifinales de Champions. Sin embargo, este revés del Ayuntamiento sube la escala del fiasco porque se había hecho oficial y, además, coloca al club en una situación límite. Asustado por la dimensión del asunto, el Barça se dedicó a filtrar el viernes que ya no se pondrán más fechas de vuelta. Pero es que ya no las hay. Si no logra jugar en el Camp Nou el primer partido de liguilla de la Champions, que podría ser el 16 de septiembre, tendrá que volver a alquilar Montjuïc para toda la primera fase. A Laporta, que mira el estadio como uno de los grandes logros de su campaña de reelección, el regreso se le está volviendo una bomba. Lo lógico es que no le estalle en las manos, pero puede dejar víctimas en su cúpula directiva.

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El capitán alemán. Vuelven, pues, los nubarrones a Can Barça. Ahora que hay cambios estructurales en el departamento de comunicación, vienen semanas en las que el discurso tomará importancia. Y no sólo con el estadio, donde ya es muy difícil evitar el daño reputacional de haber anunciado a bombo y platillo un regreso frustrado. En el vestuario, hay que desencallar un caso, el de su capitán, en el que el Barça ha dispuesto de todo el tiempo del mundo para resolverlo, al menos a través del relato, y no se ha atrevido. La decisión de prescindir de Ter Stegen es meramente deportiva. La famosa oportunidad de mercado de Joan García fue la excusa perfecta para acelerar la transición en la portería. Ahora, sin embargo, se ha creado un totum revolutum alrededor del alemán en el que se han metido en la coctelera su salario y el misterioso regreso de sus problemas de espalda, no revelados al club hasta que estuvo de vuelta, que no le dejan salir del gimnasio y amenazan con un nuevo paso por el quirófano. La única realidad es que Flick y Deco no lo ven hace tiempo como portero ni como capitán. Y falta Lamine, sobre quien, visto lo visto, el club está obligado a construir una estructura para aislarlo de los desvaríos de la prensa sucia y sensacionalista. Protegerlo, pero también conducirlo.

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