Santiago Segurola

Un destrozo a destiempo

El PSG continuó en pleno julio un proceso que comenzó el Barça en octubre, aquel 0-4 que pilló por sorpresa al mundo del fútbol, pero que se convirtió en una rutina de graves derrotas.

09/07/25 MUNDIALITO MUNDIAL DE CLUBES EEUU 2025 
PARTIDO SEMIFINALES 
PARIS SAINT GERMAIN - REAL MADRID 
TRISTEZA FIN DE PARTIDO FEDE VALVERDE AURELIEN TCHOUAMENI ARDA GULER RAUL ASENCIO BRAHIM DIAZ
JESUS ALVAREZ ORIHUELA
Santiago Segurola
Actualizado a

Ese extraño artefacto que es la Copa Mundial de Clubes le estalló al Real Madrid en las semifinales. El PSG continuó en pleno julio un proceso que comenzó el Barça en octubre de 2024, aquel 0-4 que pilló por sorpresa al mundo del fútbol, pero que se convirtió en una rutina de graves derrotas del equipo que entonces dirigía Ancelotti. Lo que se interpretó en el madridismo como una mala anécdota se transformó en una pésima secuencia cuando los mejores equipos pasaban por taquilla: las catástrofes frente al Barça (16 goles en cuatro partidos) y los fracasos ante los dos mejores equipos ingleses del momento, Liverpool y Arsenal. Esta vez, el vía crucis discurrió contra el PSG, el equipo que marca el paso en Europa.

El Madrid no ha salido de su deficiente mecánica en los últimos meses. Xabi Alonso, sucesor de Ancelotti en el contramano que significa una competición calzada a martillazos por Infantino y sus huestes, reiteró un mensaje después del partido: el Mundial de Clubes es el último torneo de la temporada, no el primero de la que se avecina. Sólo le faltó decir, “si por mi fuera no habría venido ni a tiros”.

Algo parecido declaró, con mucha diplomacia, después del primer encuentro, contra el Al Hilal. Dijo que se trataba de una competición inconveniente en términos deportivos, pero que interesaba al club por otras cuestiones. No tardó en escucharse la respuesta de Florentino Pérez. En una entrevista a DAZN, propietaria de los derechos de emisión del Mundial, se deshizo en elogios a la idea, al formato y a la organización. O sea, a Infantino, el sinuoso presidente de la FIFA que ahora camina por la vida a rebufo de Donald Trump. Estamos ante un maestro de la genuflexión.

Alonso no podía rechazar la oferta del Real Madrid. Es un tren irrechazable, pero las condiciones de acceso han sido lamentables: un equipo agotado física y mentalmente, deprimido por la realidad de una temporada sin títulos, castigado por derrotas impactantes y lesiones en puestos cruciales. No le cuadraba ni la parte más sentimental.

Modric, uno de los mejores futbolistas en la historia del club, tuvo que estirar las prestaciones con su contrato original vencido, lo mismo que Lucas Vázquez. Abandonan el Madrid con los minutos que se les concedió en las segundas partes y el destrozo que causó el PSG en el partido del adiós.

Alonso tiene razón: es el último torneo de la temporada anterior, pero lo ha dirigido él y tendrá que pechar con las consecuencias de una derrota estruendosa. Sabe muy bien que las pretemporadas son casi temporadas en el Real Madrid. Es el club que peor convive con los desafueros de los resultados. Alonso necesitaba un aterrizaje tranquilo y un periodo de descompresión en el equipo. En cambio, le ha tocado entrar a golpe de corneta, subirse a un avión con los jugadores y embarcarse en una aventura diseñada a mayor gloria de la codicia y el menor respeto por los jugadores.

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Tampoco le quedará mucho tiempo para articular el equipo que comenzará la temporada en un mes. La mayoría de los jugadores entrarán en el periodo de vacaciones y la Liga está a la vista. El partido del PSG borró de un plumazo los anteriores, una de esas derrotas que dejan rastro. Demasiada diferencia entre un equipo casi perfecto -uno de los mejores de los últimos 25 años- y uno que se enfrente a los mismos hábitos que la temporada anterior: constantes errores defensivos, ausencia de alguien capaz de llevar con inteligencia el timón -Vitinha recordó con una actuación sublime lo que significa esa clase de jugador- y tremenda dificultad para extraer a Vinicius y Mbappé de su condición de superestrellas y cumplir con las mínimas obligaciones defensivas.

Sabemos que Xabi Alonso utilizará con frecuencia la defensa con tres centrales y que Güler le genera expectativas que cumplirá a ratos. Le falta un buen trecho para erigirse en un producto perfectamente acabado. El partido con el PSG le superó por todos los costados, aunque el desastre fue general, con la excepción de costumbre: incluso en las peores circunstancias, Courtois agranda su leyenda.

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