Va por ti, Sergio


Hasta siempre, amigo. No fuiste un madridista más. Fuiste el mejor, el más longevo, el que lo vio todo, el auténtico number one. Sí, amigo. Ser el Socio Número 1 del Real Madrid es una condición sagrada para un seguidor fiel del mejor club de la historia del fútbol. Sergio, fuiste socio durante 93 años. Una barbaridad. Un registro insuperable, casi como esas 15 Copas de Europa que ostenta en su Sala de Trofeos ese equipo por el que te has dejado gran parte de tu centenaria vida. Tu padre te hizo socio en 1932 (el mío me hizo a mí en 1981) y esa heredad, de padres a hijos, es la que garantiza ese sentimiento de pertenencia que permite a un madridista levantarse por la mañana y acostarse por la noche convencido de que ha tomado la elección más acertada a la hora de entregar su corazón a un equipo de este bendito deporte. Sergio, tú viste el 11-1 al Barça en aquella histórica semifinal de Copa de 1943, disfrutaste en el Bernabéu de ese 2-0 a la Fiorentina con 120.000 almas rebosando las gradas (“con goles de Gento y Di Stéfano”, como bien me recordabas), o esa sexta Orejona que te hizo tan feliz: “Roncero, ganar la Copa de Europa con once españoles en el campo es un orgullo único”. Tu blanca existencia fue tan duradera que te dio tiempo a pasar ese agujero en el tiempo de 32 años sin nuestra competición favorita para luego ver de una tacada nueve más en el último cuarto de siglo. Las viste todas. Las 15. Era tu tesoro. Y cómo disfrutase con las remontadas mágicas de los felices 80, reeditadas en las noches inolvidables de la 14 (PSG, Chelsea, City...) y la 15 (City, Bayern...). Te fuiste en paz. Con tu estupenda familia y con los muchos amigos que te queríamos. Siempre serás un referente para el madridismo militante. Sergio, ojalá que el Madrid pueda conquistar este primer Mundial y dedicártelo a ti, que viste la primera Copa de Europa y la primera Intercontinental. DEP.
Mejor con 10. La leyenda del Madrid viene escrita por sacar lo mejor de su repertorio cuando vienen curvas. La tempranera expulsión de Asencio (¡no te hundas Raúl, esto pasará!) obligó al Madrid a apretar los dientes y a cerrar filas para ajustar las líneas ante un Pachuca que tenía en el veterano Rondón un incordio permanente en cada llegada al área del omnipresente Courtois. El Madrid vio las orejas al lobo y Xabi Alonso reaccionó bajando a Tchouameni al eje de la defensa y dejando arriba a Gonzalo con Vinicius. La fórmula fue un éxito, activada por esos olés de la afición del Pachuca con 0-0 en el marcador. Enfadar al Madrid no es buen negocio. Estos jugadores lo han ganado todo y tienen orgullo. Y respondieron con dos golpes al mentón que tumbaron a los mexicanos.
Grande Gonzalo. Se apellida García, lo que en el Madrid nos rescata grandes tiempos donde eso significaba compromiso y entrega absoluta (el famoso Madrid de los García fue subcampeón de Europa en 1981). Gonzalo está de dulce y fue clave en los dos goles previos al descanso. En el primero hizo una descarga antológica, que Fran García aprovechó para conectar con Bellingham, que irrumpió como en su primer año para definir con un zurdazo letal. Por fin vimos un Corcovado del inglés. Y en el 2-0, Gonzalo hizo una dejada espléndida a Güler, que definió el turco con su maestría habitual. Gonzalo deja claro que tiene muchos registros más allá de sus habituales goles.
Modric & Valverde. Dos lujos para el Madrid. Los dos capitanes. El croata puso patas arriba el Bank of América de Charlotte (¡70.240 aficionados!) cuando saltó al campo. Le cedió el brazalete Fede Valverde, que se resarció de su penalti fallado ante el Al Hilal con un golazo de raza entrando de segunda línea. El charrúa es el espíritu del futuro Real Madrid. Con el 8 al fin del mundo. ¡¡¡Uruguayo!!!
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