Xabi interviene, Gonzalo juega


Conviene esperar tiempo, justo lo que no ha tenido él, para realizar un diagnóstico fiable del trabajo de Xabi Alonso. Y aun así, uno se puede hacer ya la idea de su capacidad para intervenir tácticamente y dar un giro a la trama durante los partidos. La terrible puesta en escena contra Pachuca hizo verse al Madrid con el agua al cuello, pero fue ahí cuando la dirección de campo del entrenador solidificó a su equipo y le puso en camino de una victoria imprescindible. Después de la expulsión de Asencio, incorregible en sus más que visibles defectos aunque no tuviera la culpa exclusiva en la caótica presión al poseedor y en la desajustada línea blanca para uso y disfrute de Rondón, Xabi empleó la pausa de hidratación para ordenar los retoques necesarios. Colocó un bloque medio en un 1-4-4-1, retrasó a Valverde, pasó a Gonzalo a la izquierda y dejó a Vinicius en punta. Debió pensar que el brasileño no iba a ofrecer el ineludible compromiso defensivo que demandaba la situación y otorgó al canterano esa responsabilidad en la banda, que no le era ni mucho menos ajena debido a su pasado en la cantera blanca y en las inferiores de la Selección.
Como contra Al Hilal, esta vez en otro papel, Gonzalo confirmó que tiene condiciones de sobra para pertenecer a esta plantilla. Los dos goles demostraron que sabe jugar al fútbol. Interpreta lo que tiene que hacer, se mueve con el máximo sentido y atesora de técnica para desarrollar su potencial. Pocos ejemplos tan claros como su participación directa en los dos goles de Bellingham y Güler. La permisividad de Pachuca, desnudo en los retrocesos y en las vigilancias, fue explotada por Gonzalo, que siempre resultó ser una ventaja en los apoyos para el relato ofensivo de su equipo. De Gonzalo ya no deben quedar dudas sobre sus cualidades, ni tampoco de sus méritos. Xabi, al menos, no parece tenerlas. La constancia que exige el Madrid es la única pantalla que Gonzalo todavía ha de superar. En eso Courtois, seguirá siendo el mejor.
Posicionamiento y calidad

Gonzalo se ofrece entre líneas para dar continuidad al juego, recibe y proyecta con un toque estupendo de primeras a Fran García. El gol de Bellingham nace de esa dejada.
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