Carlos Alcaraz completa el póquer de cuartos en Slams

Carlos Alcaraz gana un punto con un golpe por detrás de la espalda y el público de la Arthur Ashe se levanta, alucinado, para aplaudir a rabiar la frivolidad obligada del español, un recurso sin el que hubiera perdido ese tanto. Hay una conexión especial. Es lo que demanda Nueva York. Espectáculo. Por eso, en el US Open, gustaba tanto Rafa Nadal y ahora maravilla Alcaraz. Es cuestión de carisma, dentro y fuera de la pista, y al murciano le sobra, como al balear en su momento. “A veces practico esos golpes, no voy a mentir, pero no lo entreno mucho. Si surge la oportunidad, lo voy a intentar. Es igual en los partidos. He tenido la oportunidad y, ¿por qué no? Creo que a la gente le gusta, y a mí me gusta jugar así al tenis. Sale natural”, dijo el ídolo en la entrevista postpartido.

Carlos entretuvo y añadió una nueva victoria impecable a su hoja de servicios para meterse en cuartos de final, por primera vez, en Grand Slams, sin perder un set. También es novedad en su carrera que llegue al menos a esa ronda en los cuatro en una misma temporada. Y es el más joven en conseguirlo en la Era Open, con 22 años y tres meses, por delante de Sampras, Nadal, Sinner, Djokovic y Lendl. Para ello se deshizo de Arthur Rinderknech en tres sets (7-6 (3), 6-3 y 6-4) y poco más de dos horas. “Fue ajustado, no tuvimos puntos de break en el primer set, y eso no significaba que estábamos sacando bien, porque los porcentajes eran muy malos para los dos. Encontré el buen ritmo, buenas posiciones para restar, y aproveché las oportunidades que me dio. Feliz por haber jugado buen tenis en esos puntos”, resumió.

El martes se enfrentará a Jiri Lehecka (23 años y 21º), que batió al veterano francés Adrian Mannarino (37), con un marcador de 7-6 (4), 6-4, 2-6 y 6-2 en 3h14. Carlos domina el cara a cara por 2-1 y este mismo se enfrentaron dos veces: en Doha, con triunfo del checo, y en Queen’s, con revancha para el número dos del mundo, virtual uno.

De menos a más

Un olor a aceite rancio se colaba en una pista cubierta por la sombra, afortunadamente para los tenistas. Solo una parte de la grada sufría en impacto del sol cuando comenzó el partido, un tanto anodino en sus primeros compases hasta el relatado highlight de Alcaraz. Los saques se imponían a los restos, sobre todo los primeros. En el primer set, Rinderknech solo perdió un punto con ellos y el genio de El Palmar, dos. Lo lógico era que se llegara a un desempate, y en él se desarmó el galo de 30 años y 82º.

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En la segunda manga, por fin, se vio el primer punto de break, con un 0-40 para Carlos, que aprovechó la ocasión. Luego lo tuvo su rival, pero no lo aprovechó. El duelo se había desordenado, pero el más estable era Alcaraz, que ganó en total siete juegos en blanco. Así puso tierra de por medio a la espera del remate final. Y lo hizo con estilo, con un pasante cruzado en carrera que le puso en disposición de hacer otro quiebre y sacar para cerrar la victoria. “Intento dar los golpes más especiales en cada partido aquí, creo que mi estilo de tenis encaja muy bien con la energía que hay en Nueva York. Cada vez que salgo a pista, a un partido o a entrenar, la gente siempre está ahí, da igual que sea de día o de noche. Me encanta. Por eso es por lo que creo que aquí juego mi mejor tenis”, admitió tras celebrar el triunfo con su swing golfístico. “No es tan bueno en el campo, me estoy entrenando para que lo sea”, bromeó. De momento, no hay quien le pare.

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