El saque dispara las opciones de Carlos Alcaraz en Wimbledon

Carlos Alcaraz se entrena ya en el All England Club, donde tratará de revalidar, por segunda vez consecutiva, el título de Wimbledon. El español, campeón en 2023 y 2024, peloteó este miércoles con el húngaro Marozsan, que le ganó el set que disputaron en una sesión que duró dos horas. Anecdótico en su primera toma de contacto con la hierba del Grand Slam en el que empezará su andadura el próximo lunes. Este jueves probará la Central con Novak Djokovic.

El murciano de 22 años se presentó en las pistas de Aorangi Park, la zona de entrenamientos del torneo, sonriente y vestido de blanco, como mandan los cánones. Un estado de ánimo favorecido por el trofeo que levantó el pasado domingo en Queen’s. Allí venció en la final al checo Lehecka con 18 aces, la segunda mejor marca de su carrera, por detrás de los 30 que acumuló ante el alemán Struff, precisamente en Wimbledon, en la primera ronda de 2022. Tal demostración de potencia y pericia con el servicio aumentó el temor que infundía en sus rivales, porque si le va bien en ese aspecto del juego, será prácticamente invencible sobre césped.

El hecho es que desde que ajustó su mecánica de saque el pasado mes de diciembre, con un movimiento más fluido, sin paradas, Alcaraz ha ido mejorando progresivamente. El proceso de adaptación ha hecho que ejecute sus servicios cada vez con mayor naturalidad. En Queen’s no encajó ninguna rotura contra el francés Rinderknech en cuartos ni ante Bautista en semifinales. “Estoy muy orgulloso de cómo he mejorado mi saque. Es algo que quiero mejorar, pero no solo en hierba. He hecho grandes cambios en los movimientos para ser más preciso con esta arma en tierra batida, en pista dura… Ahora sé cómo Isner y Opelka (dos grandes sacadores) se sienten. Espero seguir así“, dijo entre risas tras la final del ATP 500 británico.

Un curioso ejercicio

Unos días antes, después de vencer a Munar en octavos, acabó aquel partido contrariado por su bajo porcentaje de primeros servicios (52%) y se quejó por la regla del tiempo para sacar. “Deben tener también un poquito de mano izquierda con eso”, dijo. Tras aquel día, uno de sus entrenadores, Samuel López, le puso un curioso ejercicio de puntería, con la ayuda del fisio, Fran Rubio, que actuó como diana humana, agachado al otro lado de la red con la raqueta levantada. Lo repitió en tres entrenamientos más a lo largo del torneo. “Necesito incentivos para hacerlo bien y tener ahí a Fran para darle lo es”, bromeó. “Quería ponerle mucho énfasis al saque antes del siguiente partido y no pudo salir mejor. Ha sido clave”, apuntó.

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Los ajustes y la adaptación han hecho que Carlos dispare su número de saques directos con respecto al año pasado. A estas alturas lleva 221 aces, cuando en todo el curso anterior sumó 269. El riesgo, eso sí, le hace cometer más dobles faltas (131 por las 119 de 2024). Los porcentajes son parecidos: 65% de primeros, un 72% de puntos ganados con ellos y un 57% con segundos. Pero salva más puntos de break (66% contra 62%). En resumen, se apunta el 86% de los juegos al servicio. A Alcaraz, el resto de los golpes y la variedad de estos le venían de serie, con esa mano que le convierte en un fino estilista sobre hierba. Si a todo eso le añade el saque, podrá seguir triunfando en Wimbledon, con permiso de Jannik Sinner y otros cañoneros a los que podría enfrentarse. “Obviamente, el sentirte cómodo y bien con eso ayuda mucho a la confianza, ya que es un arma muy importante hoy en día en el tenis. Sabía que lo iba a tener ajustando pequeños detalles”, analizó el de El Palmar en Roland Garros. El tiempo y la perseverancia le han dado la razón.

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