Laura Pérez, nutricionista, responde a la eterna pregunta del verano, ¿gazpacho o salmorejo?: “Es fundamental”

Una nutricionista analiza los beneficios y diferencias clave entre estos dos clásicos veraniegos de la dieta mediterránea.

Laura Pérez, nutricionista, responde a la eterna pregunta del verano, ¿gazpacho o salmorejo?: “Es fundamental”
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uno de los debates del verano: gazpacho o salmorejo. Ambos platos forman parte de la tradición culinaria mediterránea, pero sus diferencias en composición y valor calórico hacen que no sean intercambiables desde el punto de vista dietético.

Gazpacho: hidratación, ligereza y alto contenido vegetal

El gazpacho es una de las preparaciones más representativas del verano en España. Elaborado principalmente con tomate, pepino, pimiento, ajo, aceite de oliva y vinagre, su alto contenido en agua y su baja densidad calórica lo convierten en una opción muy adecuada para los meses más calurosos del año.

“La base vegetal del gazpacho le otorga un perfil nutricional muy interesante, rico en antioxidantes, fibra y micronutrientes esenciales como el potasio y la vitamina C”, explica la nutricionista Laura Pérez. A diferencia del salmorejo, el gazpacho suele incorporar menos cantidad de aceite y, en muchas recetas, no incluye pan, lo que reduce significativamente su aporte energético.

Pérez recomienda, especialmente si se adquiere envasado, revisar siempre la lista de ingredientes. “Es fundamental comprobar que esté elaborado con aceite de oliva virgen extra y que no contenga azúcares añadidos ni conservantes innecesarios”, señala.

Salmorejo: mayor densidad calórica, pero también más saciante

El salmorejo, aunque similar en apariencia, presenta notables diferencias en su composición. A los tomates se le añaden pan y una cantidad considerable de aceite de oliva, lo que da lugar a una crema más densa, con mayor aporte energético y textura más untuosa.

“Una sola cucharada de aceite equivale aproximadamente a 100 calorías.” En algunas recetas caseras o comerciales se emplean varias, lo que incrementa de forma notable la carga calórica del plato”, explica Pérez. Sin embargo, subraya que esto no lo convierte en una mala elección, sino en una opción que conviene adaptar a las necesidades individuales y al contexto de consumo.

Para quienes deseen una versión más ligera sin renunciar a la cremosidad del salmorejo, la experta sugiere reducir la cantidad de pan o sustituirlo parcialmente por alimentos como patata cocida, calabacín o legumbres. “Son alternativas que mantienen una buena textura y aportan fibra y saciedad, pero con un perfil calórico más ajustado”, concluye.

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Tanto el gazpacho como el salmorejo pueden formar parte de una dieta equilibrada. La elección entre uno u otro dependerá del objetivo nutricional, la ración consumida y, como siempre, de la calidad de los ingredientes.

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