Una nutricionista revela el secreto para adelgazar después de las vacaciones de verano: “La clave no está solo en qué comen”
La vuelta del estío no solo marca el fin de las vacaciones, sino también el inicio de un nuevo ciclo de motivación personal.


Con el fin del verano, todos parecemos compartir un mismo objetivo: recuperar la forma física tras los excesos de las vacaciones. Ya sea por los días de descanso en la playa, liccwin247.comidas más indulgentes o la interrupción de rutinas saludables, el regreso a la vida cotidiana suele venir acompañado de un deseo renovado por mejorar la salud y la apariencia física.
Durante el verano, es común relajarse en muchos aspectos, especialmente en lo que se refiere a la alimentación y al ejercicio físico. Las parrilladas, los helados, las bebidas refrescantes y la desconexión de las rutinas de entrenamiento se convierten en parte del disfrute estival. Pero una vez que termina ese período, muchas personas experimentan lo que algunos expertos llaman el “síndrome postvacacional”: una combinación de fatiga, desánimo y deseo de retomar hábitos más estructurados.
Entre esos hábitos, el ejercicio físico y la alimentación saludable suelen ocupar los primeros puestos. Ya sea a través del gimnasio, una rutina casera o simplemente caminando más cada día, lo importante es que este impulso no se quede en una moda estacional, sino que se transforme en un compromiso duradero con la salud.
Prestar atención a lo emocional
Asimismo, a la hora de vigilar la alimentación, debemos prestar atención no solo a los alimentos, sino a qué sentimos antes de comer, tal como ha explicado en la revista la nutricionista Cristina Petratti, miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), quien hace hincapié en lo que se conoce como “hambre emocional”: “La clave no está solo en qué comen, sino en por qué comen”.
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El hambre emocional tiene lugar cuando se come obedeciendo a una compulsión, no por necesidad real de ingerir alimento. No existe hambre o apetito real, simplemente es la emoción la que lleva a ello. Y para controlarlo, la especialista propone llevar un diario emocional en el que se anote aquello que se siente antes de comer: “En el diario emocional puedes registrar los momentos de enfado, alegría, tristeza, qué haces de forma automática y qué cambio has podido introducir y cómo. Cuando empiezas a conocerte puedes hacer cambios”, explica.
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