Arturo Pérez-Reverte deja clara su opinión sobre las corridas de toros en España: “Se lo debo a mi hija”
En un artículo publicado en ‘Zenda’, el escritor reveló como el paso del tiempo cambio su opinión respecto a la festividades taurinas.


Arturo Pérez-Reverte se ha consolidado como una de las figuras más destacadas y leídas de la literatura en español. Su trayectoria abarca varias décadas de experiencia en el mundo del periodismo, la escritura y el análisis social, ámbitos en los que ha dejado una huella profunda gracias a su estilo y compromiso con la reflexión crítica.
De esta manera, el nacido en Cartagena en el año 1951 se caracteriza como una figura pública que no tiene ningún miedo o reparo a la hora de expresar y dar a conocer sus opiniones, por muy polémicas que sean. A la hora de expresarse es directo y provocador, lo que le ha hecho ganarse, a lo largo de los años, seguidores y detractores a partes iguales.
Con la celebración de los Sanfermines, una de las fiestas más populares y reconocidas en ámbito nacional, se ha vuelto a poner en tela de juicio el empleo de los animales, en este caso de los toros, en este tipo de celebraciones. En un artículo publicado en 2022, Pérez-Reverte dejó clara su postura sobre uno de los temas más controvertidos del panorama cultural español: las corridas de toros.
“Dos veces, siendo muy joven, corrí delante de toros, en encierros. Eran encierros de verdad, bien organizados, sin otro objeto que conducir los toros a la plaza. Ocurrió hace medio siglo y creo que no me arrepiento”, inició el escritor, quien recuerda con mucho cariño “la sensación de peligro, la tensión, la adrenalina con los pitones rozando la espalda”.
“Hoy no la repetiría”
Sin embargo, en el momento de escribir el artículo, su opinión al respecto era clara: “Hoy no la repetiría, ni siendo joven de nuevo. La vida me cambio, y en eso fue para bien. Quizá sea útil que cuente cómo y por qué”, aseguró. Tras ello, explicó que, durante muchos años, también presenció corridas de toros, a las que acudía con su abuelo en una afición que mantuvo “durante cierto tiempo”.
“Nunca fui de verdad lo que se dice un taurino, aunque sí aficionado razonable, menos pendiente del arte de la lidia que del valor, las maneras y la pervivencia de ciertas tradiciones”, expresó. Sin embargo, con el paso del tiempos las cosas cambiaron: “Supongo que el comienzo se lo debo a mi hija”, admitió. Tras ello, comenzó a apreciar las virtudes de los animales, y dejó de ver el encanto en los festejos taurinos: “Yo no voy a los toros, y punto”, concluyó.
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