La promesa incumplida de Richard Gere antes de mudarse a España: “Espero que caigas en una locura lenta e implacable”
El actor adquirió en 2022 una mansión en Connecticut donde habían vivido el artista Paul Simon y su familia con el compromiso de no venderla.


En 2022, antes de decidir un cambio de vida total junto con su mujer, Alejandra Silva, que les terminó llevando a España, Richard Gere adquirió una mansión en Connecticut. La casa, de una dimensión enorme, le costó casi 11 millones de dólares y, tres años después, una serie de disgustos e improperios de parte de Lulu, una de las hijas del cantante Paul Simon, el anterior propietario del lugar.
La adquisición del inmueble se llevó a cabo bajo la promesa de cuidarla y de no venderla. Sin embargo, antes de cruzar el Atlántico para llegar a España, recuperó su inversión en una operación con la multinacional SBP Homes. Además, les permitió trocear las parcelas a su antojo y tan solo conservó unas partes de la casa con valor histórico.
Esta semana, Lulu compartió un post en su cuenta de Instagram criticando mucho la actitud del actor. “Compró la casa de mi infancia, prometió que cuidaría de la tierra como condición de compra y luego procedió a no mudarse nunca allí para, luego, vendérsela a un promotor como nueve parcelas separadas”, lamentó.
“Por si alguien se preguntaba si odio a Richard Gere. Sí, lo odio”, agregó. Además, le lanzó una especie de maldición recordando que en los jardines de la vivienda están enterradas todas las mascotas que ha tenido a lo largo de su vida. “Espero que mis mascotas muertas enterradas en ese patio trasero te persigan y atormenten hasta que caigas en una locura lenta e implacable”.
La casa tenía seis habitaciones, once cuartos de baño, patios con terrazas, piscina, jardines, senderos por un bosque, un estanque natural y todo tipo de lujos para vivir. Ahora, tras la venta, la finca se ha dividido en nueve terrenos que se venderán vacíos, sin casas, para que sus dueños construyan a su antojo.
Gere justificó la venta por una especie de deuda moral contraída con su mujer. “Se lo debía”, confesó. “Para ella será maravilloso estar más cerca de su familia, de sus amigos de toda la vida y de su cultura. Ella fue muy generosa al darme seis años viviendo en mi mundo, así que es justo que yo le dé otros seis en el suyo”.
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