Acude a la peluquería peor valorada de su ciudad y comparte la experiencia que ha vivido
El popular tiktoker Guillem Viladoms documentó el trato y el local del negocio, llevándose una grata sorpresa al final del vídeo.
Que las apariencias engañan es una verdad a medias porque, se sabe, hay excepciones que confirman la regla y casos que la normalizan. En lo que existe consenso es en la necesidad de probar algo para la correcta emisión de un juicio. Con esta idea acudió el popular creador de contenido Guillem Viladoms, cuya comunidad en TikTok asciende hasta casi 3.000.000 de seguidores, a una peluquería especial: la peor valorada de su ciudad.
El establecimiento, que contaba con dos estrellas y media de valoración en Google, se encuentra entre el barrio de Sant y el de Montjuic, en Barcelona. “Como ya tenía el pelo muy largo fui directamente a cortármelo”, dice, llegando “sin cita previa” al lugar y encontrando que, tras esperar sentado a su turno, le atendió una persona al poco tiempo de llegar. Y ahí, desde el privilegiado asiento donde iba ver reflejado en el espejo cómo siegan su pelo, comienza a analizar su entorno.
“No me disgustó”
“El sitio no estaba mal. Tenía tres sillones, pero solo había un chico trabajando. Algo que me pareció curioso fueron las capas con las banderas de Estados Unidos. No tenía nada que ver, pero me hizo gracia”, comenta. Antes de que comenzase el peluquero a cortarle el pelo, preguntó por el precio con el temor de que, como había leído en comentarios, ascendiera. Le dijeron que ocho euros, aunque dependía del degradado que quisiera hacerse. Hubo trato. Y sacó la tijera.
IG: @guillem_viladoms 🎼La Peluquería pero valorada de Barcelona🖤
No estuvo mal. “De vez en cuando hablaba conmigo y me pareció muy majo; aunque no hablaba mucho español, nos entendimos bastante bien. Me preguntaba cómo lo quería, si quería que me retocara algo y lo hacía. Estuvo atendiéndome todo el rato, sin descanso y prestándome toda su atención atención”, dice, visiblemente satisfecho, mencionando que únicamente mejoraría la limpieza porque “los pelos de los anteriores clientes no se limpiaron” y el orden, “ya que todos los utensilios y maquinillas estaban tirados por ahí”. Tardó 40 minutos en completar la faena.
Llegó la hora de pagar. Y para su sorpresa, los ocho de la factura se habían convertido en diez. “Me pareció correcto, ya que había recibido un buen trato y corrigió todos los cortes que le había dicho sin importar el tiempo. Sinceramente, no me disgustó“, expone, otorgando tres estrellas y media sobre cinco en su valoración personal y demostrando que, en este caso, las apariencias sí engañan.
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