Experiencias con ‘El tercer hombre’: la presencia inexplicable que aparece en momentos cercanos a la muerte
Dictaminado como un síndrome psicológico, es un fenómeno en el que personas al borde de la catástrofe o extraviadas, encuentran la salida o el camino de vuelta gracias a una entidad que poco después desaparece o que se manifiesta de forma espiritual.
Un ser que aparece de la nada en momentos de vida o muerte, salvando a gente pérdida o atrapada, para luego desaparecer sin dejar rastro. Son cientos los exploradores, submarinistas y supervivientes a varias catástrofes que han documentado el encuentro con un ‘tercer hombre’ que aparece en el momento más complicado de una situación límite y que brinda su ayuda para salvarlos.
Muchas veces, este fenómeno ha sido explicado con el funcionamiento bicameral del cerebro humano, en el que una parte habla y la otra escucha. En dicha límite, es posible disociarse y que una de esas partes aparezca en forma de presencia externa.
En el año 1919, el explorador Sir Ernest Shackleton documentó por primera vez la presencia de este ‘tercer hombre’. Durante una expedición en la región antártica de Georgia del Sur, una cuarta persona, de forma incorpórea, se unió a su grupo en la marcha de 36 horas sobre las montañas y glaciares inexplorados: “A menudo me pareció que no eramos tres, sino cuatro”, dijo el inglés, en una experiencia que dio lugar a que muchas otras personas hablasen de experiencias similares.
Dos meses en el Aconcagua
Hace casi 40 años, el madrileño Fernando Garrido pasó 60 días en el entorno de la cumbre del Aconcagua, la montaña más alta del continente americano, a casi 7.000 metros de altitud, intentando marcar un récord de supervivencia en alta montaña.
En sus cuaderno, Garrido narró sus vivencias con una presencia que se manifestaba de repente y que cuidaba de él durante las noches: “Hoy, como otras veces, me he despertado con la sensación de que había alguien fuera, junto a la tienda. ¿Ha pasado allí la noche? ¿Por qué no me habrá llamado para que lo dejase entrar?“, relataba el texto posteriormente publicado por El Confidencial.
A 5 minutos de morir en el oceáno
La más que reputada buceadora alemana, Stephanie Schwabe, estaba en la llamada Guarida de la Sirena en la isla Gran Bahama buscando muestras submarinas en un evento rutinario, cuando perdió la cuerda guía dentro de un laberinto rocoso a 30 metros de profundidad.
Sin demasiado tiempo y en plena oscuridad, Schwabe había asumido ya su trágico final y solo esperaba encontrarse con su marido, otro buceador que falleció en un accidente subacuático años antes. Sin embargo, a 5 minutos de que su bombona se quedase sin oxígeno, una presencia hizo que la cuerda se iluminase en ese fondo absolutamente negro, en donde no penetraba un solo rayo de luz, y se pusiera al alcance de la buceadora. Ella lo atribuyó al espíritu de su marido, pero la ciencia lo cataloga como otro caso más de este curioso síndrome.
La última persona en salir de las Torres Gemelas
Ron DiFrancesco estaba en la torre sur aquel 11 de septiembre, en el momento en el que el segundo avión impactó. Atrapado entre humo y fuego mientras intentaba bajar hasta la última planta, no le quedó más remedio que tumbarse en el suelo para huir del calor y los gases.
En una decisión de vida o muerte, el broker de bolsa decidió que era mejor intentar bajar hasta la calle que subir a la azotea esperando un rescate en helicóptero. Ya acosado por las llamas, el calor y el humo, DiFrancesco intentaba palpar el hueco de la escalera en bajo el profundo calor e inhalando gases tóxicos, pareciendo imposible encontrar una salida.
En aquel momento, una persona le agarró el brazo y le dijo que debían seguir bajando. De forma milagrosa, esa voz sabía ubicarse perfectamente en el edificio y le guió hasta el camino oculto entre el humo de la planta 81. LLegando a la base del edificio, esta persona se desvaneció para nunca más volver. DiFrancesco fue la última persona en salir antes de que el edificio colapsase.
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