Andrew McCutchen de Pirates acusa a MLB de cambiar las pelotas
El jardinero de Pittsburgh sostuvo que las bolas han cambiado su estructura para modificar su vuelo


En un fin desemana donde la industria del beisbol se detuvo para debatir el cambio de Rafael Devers de Boston a San Francisco, la barrida que sufrió Yankees en Fenway Park y el regreso de Shohei Ohtani como lanzador, un comentario desde Pittsburgh amenaza con encender una hoguera más grande.
Andrew McCutchen, jardinero de los Pirates y MVP en 2013, aseguró en redes sociales que una fuente dentro de la propia Major League Baseball le confesó lo que muchos venían sospechando: que las pelotas utilizadas esta temporada son distintas. Y no solo distintas, sino diseñadas ,con costuras con mayor relieve, para frenar el vuelo de la bola.
“Un representante de la MLB me dijo que las pelotas son realmente diferentes este año”, escribió McCutchen en X. “Tienen costuras más altas, lo que genera más resistencia y evita que se desplacen tan lejos como deberían”. Cuando preguntó por qué, la respuesta fue tan vaga como perturbadora: “Todas las pelotas están cosidas a mano, así que ninguna es igual a otra”.
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Pero lo más alarmante vino después. Según McCutchen, cuando preguntó si eso se podía corregir este año, le dijeron que no había nada que hacer en esta temporada, aunque ya se está trabajando para entender por qué las costuras han cambiado.
¿Una bola muerta en 2025?
Los datos acompañan el testimonio. Según Baseball Reference, el promedio de carreras por equipo por juego es de 4.32, ligeramente por debajo de las 4.39 de la temporada 2024. Esa décima puede parecer marginal, pero en un universo de más de 2,400 encuentros por temporada, la diferencia suma.
Un informe reciente de The Athletic reveló que la pelota presenta un coeficiente de fricción mayor que el año pasado, lo cual reduce su distancia de vuelo. En promedio, un batazo idéntico en condiciones similares está viajando cerca de 1.2 metros menos que en 2024.
Y si la pelota viaja menos, el espectáculo ofensivo también.
I was told by a rep for MLB that the balls are indeed different this year. They stated “higher seams” which produces more drag on baseball, causing baseballs to not travel as far as they should. When asked why, I was told “every baseball is hand sewn so no ball is the same.” When…
— Andrew McCutchen (@TheCUTCH22)
Este supuesto cambio en las pelotas no ocurre en el vacío. La MLB es dueña de Rawlings, la empresa que fabrica todas las pelotas utilizadas en las Grandes Ligas, desde que adquirió la compañía en 2018. Es decir: el organismo que regula el juego también controla la pelota.
En 2019, el beisbol vivió una explosión de cuadrangulares, se bateó más largo y más seguido que nunca antes, y muchos jugadores acusaron entonces el uso de pelotas “modificadas”. MLB negó la manipulación intencionada, pero admitió que hubo variaciones aerodinámicas debido al proceso de manufactura.
Ahora, parece ocurrir lo contrario. El juego se ha ralentizado. La bola no vuela igual. Y, según McCutchen, no es casualidad.
Lo que sucede alrededor
Mientras Shohei Ohtani se prepara para lanzar este lunes por primera vez con los Dodgers en el Dodger Stadium, la atención mediática está en su dualidad y en cómo enfrentará a los Padres. Pero, ¿y si los batazos de Ohtani no vuelan como deberían? ¿Y si el beisbol se ha convertido, otra vez, en una batalla de lanzadores favorecida por el reglamento no escrito de una pelota modificada?
El fin de semana pasado, en Fenway Park, los Yankees fueron barridos por los Red Sox. En la serie, múltiples batazos quedaron en el warning track, dando nueva munición a quienes creen que algo no está bien.
Y en medio de esta tormenta, Rafael Devers es cambiado a los Giants, una franquicia que juega en un parque notoriamente amigables para los bateadores zurdos.
El regreso del viejo debate
El beisbol es un deporte que ha vivido múltiples eras: la dead ball a inicios del siglo XX; la explosión ofensiva de los años 90; el escándalo de los esteroides; la era de la sabermatría. Cada era ha tenido su protagonista. Hoy, en 2025, el protagonista silencioso es la propia pelota.
El problema, según los expertos, es que la costura de una pelota puede cambiar su comportamiento de forma radical: más fricción implica menos distancia. La altura de la costura también afecta el agarre del pitcher y, por ende, el tipo de lanzamientos. Una pelota más rugosa da ventaja al lanzador. Una pelota más lisa, al bateador.
Y si todo eso depende de un diseño intencional —o de un error consentido—, entonces estamos ante una forma silenciosa de alterar el juego.
Paradójicamente, mientras las pelotas parecen haber perdido poder, la audiencia de MLB ha crecido. Las cadenas de televisión reportan incrementos en rating nacional, y la asistencia a los estadios se mantiene sólida. ¿Es una fórmula calculada? ¿Un beisbol con menos jonrones, pero más tensión táctica?
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