Los Athletics son el equipo en el que ningún pelotero quiere jugar
Los A’s tienen talento joven y jugadas virales. Pero detrás del brillo, hay una fea mancha
En estos días, los Athletics han tenido sus cinco minutos de redención visual. Denzel Clarke vuela sobre los jardines como si fuera Spiderman y cada batazo fuera una vida que salvar. Jacob Wilson, tranquilo en su juego, es un reloj suizo en el shortstop. Ambos parecen piezas fundacionales de algo prometedor.
Pero eso es lo que se ve. Lo que no se ve. Lo que se escucha en los pasillos, se susurra en los clubhouses y ahora se publica en una encuesta anónima de The Athletic es otra cosa: nadie quiere jugar en Oakland.
De 115 peloteros encuestados, 39 señalaron a los A’s como la organización con peor reputación de todas las Grandes Ligas. Ni los Chicago White Sox, que en 2024 firmaron un derrumbe estadístico sin precedentes, ni los siempre desorientados Marlins de Miami, recibieron tantas menciones.
DENZEL CLARKE
— MLB (@MLB)
FULL SPEED
UNBELIEVABLE CATCH 🤯
Para los jugadores, Oakland no es una franquicia en reconstrucción, pero eterna.
Las razones no tienen matices. “Porque son baratos”, dijo uno. Otro agregó: “Tenía un amigo que fue traspasado a los A’s. Lo alimentaban mal y lo hospedaban peor”. Uno más cerró el círculo con un diagnóstico desolador: “Van a jugar en Sacramento”.
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La frase más repetida “Las Grandes Ligas son las Grandes Ligas” sirve de resignación, no de consuelo. Porque mientras algunos equipos invierten en recuperación muscular, biomecánica y nutrición personalizada, los Athletics todavía mandan sandwiches de Subway a los jugadores en viajes de carretera. “Cosas pequeñas”, dice un pelotero. Pero las pequeñas cosas cuentan. Y duelen más cuando se juega en una industria que mueve más de 10 mil millones de dólares al año.
Nómina chica, prestigio minúsculo
La pobreza estructural de Athletics no está aislada. Cuatro de las cinco nóminas más bajas de la liga pertenecen a equipos que figuran en la parte más baja del termómetro de la reputación: Athletics, White Sox, Marlins y Pirates. Con ellos, aparecen los Colorado Rockies, señalados por “no estar tratando de ganar”, los Angels (“no saben lo que hacen, de arriba a abajo”) y los Rays, los más contradictorios del grupo: frugales, pero funcionales.
Los Chicago White Sox fueron descritos por un jugador como “un basurero en llamas de principio a fin”. De los Marlins se burlaron por su eterno plan a futuro: “Todos sus prospectos tienen 17 años, están a siete años de competir”. Y los Rockies arrastran la fama de dinosaurios: “Están anclados en el pasado. No desarrollan talento”.
Los Pirates, con cierto romanticismo triste, fueron acusados de algo todavía peor: indiferencia. “Les dan recursos a los jugadores, pero su dueño no tiene interés en ganar”.
Los más deseados
El reverso de esta encuesta es tan predecible como el ocaso de Oakland. Los Angeles Dodgers encabezaron la lista de los equipos con mejor reputación (82 menciones). Les siguieron los New York Yankees (40), Atlanta Braves, Chicago Cubs, New York Mets y Cleveland Guardians.
¿El patrón? gastan dinero, o tienen estructuras que maximizan cada dólar invertido.
“Quieres estar donde gastan dinero”, sentenció un pelotero. Otro lo amplió: “Los equipos que quieren ganar lo dan todo a los jugadores”. Lo que subyace es una percepción compartida: donde hay orden, hay dirección; donde hay dirección, hay respeto.
Y eso es lo que le falta a Oakland.
Drop whatever you're doing, folks
— Not Gaetti (@notgaetti)
Seriously: behold this mind-bending catch by Denzel Clarke, a downright premeditated robbery, hauling in a no-doubt homer from the far side of the fence and converting it into an out
We Stan This Man
Jacob Wilson y Denzel Clarke son dos de los mejores prospectos dela industria. Uno, firme candidato a Novato del Año. El otro, un protagonista de videos virales cada tres días. Representan talento, sí, pero también un contraste cruel con el resto de su entorno. Clarke vuela en el jardín, mientras su organización no puede despegar. Wilson piensa cada jugada como un veterano, mientras algunos de los directivos toman decisiones como novatos.
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